Le damos demasiada importancia al entrenamiento físico, sin tener en cuenta, nuestra forma mental y es ésta es la que ejerce una mayor influencia sobre la manera en que rodamos. Por ello debemos de entrenarnos tanto físico como mentalmente y que ambos entrenamientos se complementen. Para un buen entrenamiento mental debemos:
a) Hablar consigo mismo. Lo que nos decimos a nosotros mismos tiene un fuerte sobre nuestro rendimiento. Mantén una afirmación positiva como “”¡si!”” o “”¡me siento fuerte!”” y úsala cuando tu motivación se encuentre baja.
b) Imaginación. Tenemos que conseguir una imagen mental de lo que queremos conseguir. Tómate 5 minutos de descanso e imagínate subiendo una pendiente dura, respirando fuerte pero con control y pedaleando a tope. Después, cuando realmente la estés subiendo, extrae de tu cerebro ese archivo mental para que se convierta en realidad. Recuerda que el rendimiento tope no es cómodo, por lo que cuando construyas tu imagen sobre la carretera, asegúrate de incluir la tensión y el dolor propios de la misma.
c) Enfoque. Piensa en tu respiración, la técnica de tu pedaleo y por descontado en el propio evento. Hay que dejar de lado la crisis, el trabajo y las relaciones personales esto te llevará a disociar y no podrás alcanzar tus objetivos.
d) Relajación. Comprueba tus hombros al pedalear. ¿los tienes encogidos junto al cuello? ¿tienes los músculos de la cara relajados?. Cuando los músculos están en tensión se pierde una gran cantidad de energía. Tu capacidad para relajarte mejorará si te sientes cómodo con tus habilidades. Un consejo: Cuando aumentes la intensidad, concéntrate en lo que sientes, no en lo que significa. Centra toda tu atención en el ritmo cardiaco, respirando, sintiendo tus piernas. No pienses en lo cerca que te encuentras del umbral anaeróbico y en lo rápido que te vas a venir abajo si aumenta el ritmo de carrera.
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